lunes, 18 de julio de 2011

Pupurrí al tuntún

Colacao con helado en un kissaten (cafetería) en Nagoya.

Llevo ya bastante tiempo en Japón. El suficiente como para sorprenderme cada día y apuntarme mentalmente cinco o seis detalles incategorizables cada tres horas. Pequeñas cositas de las que me doy cuenta y me digo "¡Anda! Pero si esto es así de distinto en Japón". Pero claro, no es como si tuviese tiempo de abrir el ordenador y sentarme a escribir a cada momento (y tampoco tengo ordenador, aún). Así que acumulando, acumulando, a la espera de que mi amiga vaya a salir y me deje dicho que el ordenador es todo mío por unas horitas, voy haciendo listas de momentos escogidos en mi viaje.

Y porque soy así de sosa, pienso numerarlos y ahorrarme editar y embellecer un texto tan variado como este:

1.- Nada más llegar, mi primera sorpresa fueron las puertas. Me quedé en una casa de planta antígua, aunque supongo que con sus remodelaciones. Con algunas habitaciones de tatami y otras de simple madera. El caso es que las de tatami tenían puerta corredera, lo cual era muy util teniendo en cuenta que fuera de éstas había un pasillo que cumplía todas las características que exige la rae en su definición (largo y angosto, sobre todo angosto).
El problema eran las habitaciones de puerta occidental, de las de picaporte y hoja, que se abrían hacia afuera. Hacia el pasillo. Y las había a ambos lados. Durante un rato estuve pensando si no sería igual en mi casa, pero caí en la cuenta de que no era así. Todas las puertas cuyo mecanismo de apertura alcanzo a recordar en España, es al interior de la habitación. Lo cual facilita el paso de las personas y que haya más de un cuarto abierto.

También, otra cosa que tiene relación con las puertas, es en lo que se refiere a los baños. Yo había notado que la gente del norte suele cerrar las puertas del servicio al salir. Lo noté con un holandés y con una alemana, así que sospeché que era costumbre de allí.
Luego llegué a planterame si en España, en algunas partes, no se haría igual.
Quizás sea sólo costumbre mía que al salir de esa habitación tienes que dejar la puerta abierta. No sólo para que se airee, en el caso de que no tenga una buena ventilación, sino que por el simple hecho de mostrarle a invitados y otros inquilinos de la casa que no hay nadie usándolo. Para mí una puerta cerrada siempre ha sido sinónimo de paso impedido, tanto figurada como realmente. Incluso cuando llegué a la península en mi primer invierno tuve muchos problemas, porque no estaba segura de que una cafetería estuviera abierta, puesto que tenía la entrada cerrada (y ni se molestan en poner un cartelito de abierto).
Puerta del servicio
A mi, particularmente, me da mucho reparo molestar a alguien cuando está dentro del servicio, de la misma forma que me importuna que alguien intente abrir la puerta si yo estoy dentro. Y muchas veces tengo que hacer averiguaciones para comprobar que no voy a encontrarme con una contestación desde el otro lado de la puerta.
En casa de mi amiga de Aichi el asunto se facilita mucho, puesto que aparentemente por este mismo motivo, sobre el picaporte de la puerta hay un aviso que cambia de color según esté en uso o no.

2.- El calor.
Nunca había sufrido tanto por el calor. Mucha gente me dice "pero tú eres de Canarias ¿No? Ya debes estar acostumbrada." como si estar en una isla subtropical fuese escusa para morirse de una insolación de tres pares de narices.
No. Vamos a ver. Por algún motivo las islas fueron moteada "Las Afortunadas". Allí no se sale de la primavera. Ni en invierno ni en verano cae una hoja. Nuestros árboles caducos se pueden contar con los dedos de una mano, y nuestros abrigos caben en la gaveta de la ropa interior. Claro que si luego te vas a una zona de montaña, pues pasarás un poco de rasca, y si te quedas horas al sol, lejos de la brisa y del agua, sobre alguna piedra ardiendo, tendrás un tonto a la brasa. Pero de resto, no.
Luego, cuando fui a vivir a la península, sí que me dió un poco el sol de frente y en dos ocasiones quedé chamuscada, pero a un estilo guiri que marcó tendencia. Aún así, el calor era duro, seco, de estos que te mosquean pero te vas a las sombrita con una buena tónica y todo solucionado. No te persigue, y ya si eso dejas las puertas y ventanas abiertas y la corriente se encarga de hacer su trabajo.
Pues aquí ni con corriente te libras, porque el calor es intenso, agobiante y húmedo. Sobre todo húmedo. Da igual si estás en Osaka que si te vas al Fuji; tus pulmones estarán ahogados de calor. Cada vez que respiro, siento que más que aire estoy esnifando agua calentita, a veces caliente y subiendo.
Yo y mis bombachos en el puerto de Nagoya
Y lo peor fue cuando me puse una falda. Yo vine preparada para un tiempo veraniego, así que con un pantalón corto, unos bombachos, una falda corta y una falda larga tendría para andar cambiando sin problemas (y con una lavadora a mano, se entiende).
Pues bien, me he dado cuenta que sólo me son útiles los pantalones cortos y la falda corta. Los otros dos ya me vale quemarlos y bailar sobre sus cenizas, porque si los vuelvo a usar una sola vez más, me voy a quedar seca. Nunca he sentido las gotas de sudor correr muslos abajo como en esas dos ocasiones. Al princípio ni siquiera estaba segura de qué se trataba y, perdón por el comentario escatológico, se me ocurrió que podría tratarse de la regla que había venido sin avisar. Ni mucho menos. Era sudor, simple y llano sudor.
En los momentos en los que esperaba a alguien, o a que viniera una nube en mi apoyo para poder salir de la sombra, me movía de un lado a otro porque tenía miedo de dejar un charquito a mis pies y que otros pensaran que tenía incontinencia urinaria, o hubiera roto aguas.
Tanto calor pasé que me vine yo con un abanico de las Españas, y al tercer día ya se me había partido una hoja, a fe del brío con el que abanicaba.

3.- Chissai Kao.
Desde que estoy aquí, me han dicho ya varias veces que tengo una cara pequeña. La primera vez que me di cuenta de que hacían esa observación, y me lo decían directamente a mi, entre risas y otros comentarios, pensé que si se me insultaba de esa forma debía ser que ya había familiaridad. Aunque nunca se sabe. Ya contaré.
El caso cuando le pregunté a mi amiga, ella no me explicó gran cosa, pero lo tradujo de una forma diferente "Cabeza pequeña", lo cual era aún peor en mi opinión. Tener una cabeza deforme, demasiado pequeña, era horrible. Y al menos medio día estuve con un complejo impresionante. Un poco más y me da vergüenza salir de la habitación.
Mi cabeza pequeña comiendo oyakodon en Kyoto
Así que yo tenía una cabecita diminuta para los japoneses, pero era alta (en la media nipona. No muy alta, pero dentro de lo normal para ellos) y ancha ya en fisonomía como en carnes (sólo decir que mis amigas son la delgadez personificada, y están siempre pensando en hacer dieta). Así que añadiendo la mini cabeza, mejor me ponía un burca y mataba dos pájaros de un tiro (No saben cuantas veces lo he deseado, pensando en cualquier cosa que me proteja del Sol).
Pero no. Resulta que tener una cara pequeña es buena cosa. Muy buena cosa. Luego, me di cuenta de que el "chissai kao" siempre iba acompañada de "kawaii!!!", que significa lindo. Así que mi carita pequeñita parecía linda para las chicas, y no era mala cosa.
Pero no se trata sólo de algo bonito y ya está. Parece ser que mi amiga siempre ha querido tener una chissai kao, y todas las noches hace unos ejercicios pasándose una ruedita por la barbilla para perfilar y "empequeñecer" el rostro.
Tanto las amigas del trabajo de su madre como las amigas de la universidad de ella hacen comentarios al respecto. Y anoche, cuando fuímos a cenar a un Kaitenzushi (sushi en barra giratoria), mientras estábamos esperando a que tocara nuestro turno para coger mesa, ella se giró hacia mí y se me quedó mirando un segundo, luego abrió su mano y la colocó sobre mi rostro, sin llegar a tocarme, como si quisiera agarrármelo por entero. Luego se la llevó al suyo. Estaba haciendo una comparación de cuanto más ancha era su cara que la mía.
En ese aspecto me recuerda a mi, porque desde que he llegado a su casa en muchas ocasiones me he encontrado comparando el grosor de nuestros brazos o muslos, cuando estamos sentadas una junto a la otra. Sé que es una estupidez. Ya desde un princípio nuestras fisonomías son incomparables, pero eso no quita que me sienta torpe y grande aquí, y ella en cambio me parece pequeñita y gracil. Lamentablemente no es algo de lo que pueda ocuparme por el momento. Ahora estoy demasiado preocupada en probar todos los tipos de comida distintos como para plantearme reducir masa.

4.- La comida.
No hay un solo plato que me desagrade. Todos están deliciosos, o como mínimo curioso.
Mitarashi Dango
Ya en Osaka probé un par de cosas, no demasiadas, y me los comí con placer y entusiasmo. Pero ahora, en Aichi, los padres de mi amiga se empeñan en traerme cada día algo nuevo de la cocina japonesa. Hoy sushi, ayer ramen, mañana dango. De todo. Y siempre me observan atentamente a ver cual es mi reacción.
A todo, por supuesto, digo que está bueno. Pero bueno no se puede decir sólo "ii" y ya está ("ii" significa bien) porque en este caso se entendería como "es suficiente" o incluso "no está mal". Cuando una comida sabe bien se dice "oishi". El problema es que para mi todo sabe bien, y como sólo existe esa palabra (ya me he encargado de preguntar varias veces), sospecho que empieza a parecer que finjo agrado sin importar qué.
Hablando con mi amiga, le dije que me parecía curioso que en Japón hubieran tantos programas sobre platos típicos y extranjeros, y que los principales regalos que se traen de un viaje sea las comidas típicas, y que cuando los japoneses viajan siempre van a probar todos los platos regionales. De hecho, se podría decir que el turismo japonés está muy dirigido a la gastronomía. (Y no engordan, los afortunados).
En cambio los españoles no nos preocupamos tanto por eso. Por supuesto, siempre hay alguien que nos dice "Si vas a tal sitio, tienes que probar este plato. Es una especialidad del lugar". Pero no nos desvivimos por comerlo. Tampoco tenemos revistas con reseñas de comidas de todos tipos, ni concursos de qué restaurante hace el mejor plato, ni programas que parecen documentales de cocina, ni nada de eso. Hay incluso uno en los que varios presentadores van de bar en bar preguntando si pueden comer de gratis y filmar cómo comen y cual es la reacción al probar la comida.
Ichigo Daifuku
Sin embargo en España tenemos miles de forma de expresar nuestro agrado en la mesa. "Bueno" "Rico" "Delicioso" "Esquisito" "Sabroso" y un largo etcétera. En Japón sólo conozco el "Oishi" ya mencionado, y el "Umai" que es una forma más vulgar, típica entre los hombres y con familiaridad.
Cuando probé el Anpan (Pan con relleno de pasta de judías dulces) me gustó tanto que deseaba expresar mi agrado de alguna forma distinta a las anteriores, y sólo se me ocurrió decir "Daisuki" (me encanta). Eso les emocionó (hicieron una fiesta, casi), y luego me trajeron más dulces distintos (Dango e Ichigo Daifuku), pero como sólo dije que estaban buenos, se decepcionaron. Esperaban otro "Daisuki" monumental.
Hoy tengo Taiyaki para la merienda, y estoy segura de que también esperarán mi reacción, y yo sigo quebrándome la cabeza pensando cómo expresar que el dango me gusta, pero sólo está rico, el Ichigo Daifuku es muy sabroso y suave, y el Anpan es delicioso, mullidito y seco y dulce a partes iguales.

Iba a escribir muchísimo más, pero he quedado en una hora, y tengo que coger el tren y todas esas cosas que requieren que salga por la puerta ya mismo.
Disculpen faltas de ortografía, palabras o letras comidas, no es falta de hambre sino de tiempo.

¡Nos leemos!

4 comentarios:

LaWi dijo...

Me encantan tus reports, me los leo de pe a pa xDDD


Por cierto, qué largo tienes el pelo ya *_*

Tomomi dijo...

Son reportes como Dios manda, ¿verdad? Quizás demasiado largos.

Mi pelo... Bueno, para lo que me sirve. Me paso las horas recogiéndomelo y volviéndolo a recoger. ¡Qué calores me da!

Babi dijo...

DIOS!!!! Que envidia y hambre me está dando al leer tu blog jaja. Me alegro muchísimo de que estés pasándotelo tan bien en Japón. Cuídate y espero verte en persona para que puedas contarmelo todo todo TODOO!!! Muchos besos

PD: Cuando estés en Tokyo,si ves a Kyo dale muchos besos de mi parte xDD

Tomomi dijo...

¿Hambre? El país se presta a ello. Todo lo que hay es una variedad increible de comida rara y deliciosa. Y para colmo la família con la que me estoy quedando ha decidido que cada desayuno ha de ser especial, y por si no quedo satisfecha (Que siempre lo quedo) después me están ofreciendo zumitos raros, extrañas gelatinas, tentempiés, refrescos... Y los almuerzos ¡Qué almuerzos! pero nada en comparación con las cenas.
Bueno, vale. Ya paro.

Sabes que no nos vamos a ver en persona hasta las navidades ¿Verdad? Hombre, siempre puede caer que te decidas a hacerme una visita a Salamanca. En cuyo caso te lo cuento todo, TODO.

En Tokyo estaré ojo avizor a ver si veo a tu Kyo, pero sospecho que va a ser un poco difícil, más que nada por lo superpobladas que están las calles y eso. Seguro que se va todos los días a comprar al combini de la esquina y yo ni cuenta.

Muchos besos, y disfruta del verano, que ya Puka me contó que andas encerrado.

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