jueves, 21 de julio de 2011

Pupurrí al tuntún Vol. 2

Bueno, aquí llego de nuevo con otra lista de cosas que no tengo tiempo de adecentar y pienso presentar numerándolas.
Ahora tengo un poco de tiempo el ordenador de María (Nombre que me he tomado la libertad de darle a mi amiga aichiana), y sólo dispondré de él hasta que ella regrese de la uni. Así que sospecho que tampoco voy a poder releer con tiempo. Aviso de antemano, no vaya a tener que publicar el post sin despedirme, puesto que María ahora está trabajando en su tesina de graduación, y no es cuestión de acaparar su ordenador en esos momentos.

Bueno, empezemos:

División de basura.
Esto es algo de lo que ya nos hablaron en las clases de japonés. No es algo tan famoso como la cortesía nipona, o la importancia de usar las fórmulas de respeto y el lenguaje formal o informal en determinadas ocasiones, pero en las últimas lecciones se nos advirtió de ello. También, si se ven películas japonesas, o algún que otro dorama (Drama = Serie televisiva) uno terminará por notar que hay división de basura, o reciclaje, como se prefiera llamar.

Ya desde el avión venía mentalizada con ello, y teniendo en cuenta que me iba a quedar en casas de amigas, no era algo que debiera tomarme a la lijera. De lo que no me mentalicé es que también me encontraría con ese "problema" en la calle. ¿Por qué es un problema? Porque realmente en la calle no hay papeleras. Pero cuando digo que no hay, me refiero literalmente. Nada de "es dificil encontrar", o "quizás en los lugares más frecuentados". No. No hay.

Si ya me quejaba de que en Salamanca apenas encontraba papeleras por la calle, aquí es peor, porque tampoco se puede recurrir a un container; no hay containers tampoco.

Casi el segundo día de paseo por Osaka, me di cuenta de que junto a las máquinas expendedoras de bebida (Famosas porque las hay a montones en todas partes) siempre había un cubo para tirar el embase una vez se hubiera consumido. Claro que la boca de la papelera era pequeña y redonda, seguramente para asegurarse de que sólo metas eso.
Bolsa térmica comprada en un hiakin
Por ejemplo, a unos cien metros de la estación de Shin Osaka di con un hiakin (todo a 100¥, 105 con impuestos) donde basicamente tenía comida, y un poco de otras cosas. En la calle un botellín de 50 cl. de casi cualquier bebida puede costar entre 110 y 150 yenes, depende de donde esté la máquina. Así que encontrar una botella de un litro por 105 yenes fue una buena compra para mi. La parte mala fue que estuve cargando con esa botella vacía en la mano durante todo el día, puesto que no cabía en ninguna papelera de máquina expendedora.

También, cuando vas a los servicios verás papeleras, pero son exclusivamente para tirar papel. Nada más.

Yo, en mi primer día en Osaka, bajo una lluvia torrencial y después de haber pasado horas caminando, se me rompió una tira de la sandalia. Tuve que comprar unos zapatos nuevos (2000¥ con unas rebajas de casi el 50%. Lo que vendría siendo 36€ sin rebajas). A la hora de salir de la tienda, la dependienta me preguntó si me daba una bolsa para llevarme los rotos. Le pregunté dónde podía tirarlos por ahí cerca, y respondió que mejor se encargaba ella. En ese momento no era consciente de la que me había había librado. De habermelos llevado, seguramente habría cargado con ellos no sólamente todo el día, sino hasta que fuese momento de sacar ese tipo de basura.

Porque sí, en Japón no se puede sacar todos los días la basura. Cada barrio tiene un calendario del que uno se ha de informar nada más se mude. Por ejemplo, los lunes y viernes podría ser el día para sacar los plasticos. Los martes y jueves el de la basura para quemar. Etc.

Botellines que tengo desde el lunes 18 
En casa de mi amiga de Osaka, a la que llamaremos Siete (porque soy así de original con los nombres) no tuve que preocuparme demasiado por cuándo sacar mi basura. Sin embargo aquí, en Aichi, se me dio una bolsa para poner los papeles que usara, luego se me encomendó que me encargara de guardar mis botellines vaciós, y por último se me enseñó a no tirar nada después de la comida. Porque aquí se limpian los vasos de yogurt, los cartones de te con limón, y el resto de embases antes de tirarlos a la basura. (Se limpian con agua y jabón, se dejan secar, y luego al contenedor que conviene).

Dos veces en semana la madre va por toda la casa con una bolsa enorme vaciando papeleras y pidiéndome a mi la mía. O sino salimos nosotros al jardín donde tienen una bolsa para los botellines y aparte ponen las tapas de los botellines.

Por supuesto, en mi caso, se me acumulan las botellas en la habitación de una forma descontrolada. Cuando estoy en la calle facilmente bebo un litro cada dos horas, y con las comidas son tres o cuatro vasos (uno antes, dos durante, y uno después. El calor...). Pero en mi habitación, por suerte, no guardo los que consumo mientras hago turismo por Nara, Kyoto o Nagoya, ni lo de las comidas, porque sino no sería imposible siquiera acercarse al armario.


Depilación en Japón.
Ya he dicho antes que he estado dando vueltas por Ibaraki-shi y Nagoya-shi intentando descubrir cómo se depilan las japonesas. Visitando supermercados a diestro y siniestro, pero sin dar con nada.
Lo que yo buscaba exactamente eran bandas de cera fría para depilarme, porque tampoco me voy a comprar una depiladora eléctrica aquí, y las ojillas de afeitar me hacen daño en las axilas (¿Piel delicada? ¿Mal uso? No lo sé).

El caso es que a Siete (amiga osakense) le pregunté unos días depués de llegar, y debió ser que no me entendió nada, porque ni siquiera me explicó qué usaba ella. También puede ser que no se sintiera cómoda hablando de cuidado personal conmigo, jamás lo sabré.

En el caso de María (amiga aichiense) me dijo que usaba una espuma depiladora y luego una cuchilla de afeitar. Cuando le pregunté por las bandas, me miró extrañada y me dijo que no sabía.
Bandas depiladoras
Al ir a la Kusuriya con la abuela de María, le expliqué qué era lo que quería más por señas que con palabras, y con la ayuda de una dependienta y un panfleto lleno de dibujitos les enseñé a qué método exactamente me refería. Al final dímos con las bandas depiladoras en cuestión. En una esquina, en la balda de abajo, confinadas al aislamiento.

Durante días le he dado vuelta a la idea de que en Japón éste método no tiene demasiada popularidad, pero me resisto a pensar que el grueso de la población femenina esté afeitándose a diario. Siempre me queda la opción de que la depiladora eléctrica tenga mucha popularidad.

Todavía tengo que hacer mis averiguaciones.

¿Eructos?

¿Eructos? Se preguntarán. ¿A qué viene esto?

Bueno. Como se sabe, en Japón no es de mala educación sorber cuando se come, sobre todo si se trata de fideos dentro de la sopa. Tiene mucho sentido teniendo en cuenta que a los japoneses les encanta tomarlos muy caliente, y así, entre bocanadas de aire y ruido, apenas se nota el ardor.

Incluso hoy he almorzado soba, que son fideos frios en un plato que se mojan en un vaso con salsa. Comí sola con los abuelos, y ellos me corrigieron diciendo que no podía metérmelos en la boca con los palillos poco a poco. Tenía que chupar, fuerte y haciendo ruido, sin preocuparme. Pero por más que lo intenté, el ruido no salía. Y doy fe de que puse el alma en ello (bueno, puede que no tanto).
Cafetería de carretera

Lo de los eructos es algo de lo que aún no estoy segura. Desde que estoy aquí me he sorprendido escuchando a personas mayores, hombres, jovenes y niños eructando en cualquier momento y sin pedir perdón ni avergonzarse. Por ello supongo que no es nada maleducado hacerlo.

Pero mi grupo de muestra es demasiado pequeño como para ser concluyente. Además, sólo se lo he escuchado a personas mayores (hombres y mujeres) y hombres desconocidos en los trenes, calles, cafeterías, etc. Y al hermano de la amiga de Siete. A ninguna mujer joven.

Así que ¿Eructos?

Universidad japonesa.

A mi siempre se me ha dicho que el sistema educativo japonés es de los más duros. El nivel académico es alto, y las exigencias muchas, además de que siempre tienes profesores preocupados por tus notas y el examen de ingreso a la universidad puede ser mortal depende de a qué universidad estés intentando entrar.

También se nos dice que una vez estás en la universidad, la vida es fácil y los estudiantes tienen más tiempo para sí, por lo que se buscan un trabajo temporal (o dos), y hacen más viajes y disfrutan de su vida antes de entrar en una compañía seria y dedicarse en cuerpo y alma a la empresa.

Pues bien, no es del todo mentira. Pero dejo dicho de antemano que tampoco es que no tengan trabajos, exámenes o fechas de entrega. Sí que las tienen, pero no es tan estresante como la secundaria.

Además, una vez los estudiantes están en su tercer año universitario empiezan a buscar trabajo, y las constantes entrevistas y exámenes que las propias empresas ponen para hacer sus selecciones son muy duras. No importa que aún queden dos años para licenciarse, hay muchos que ya han sido aceptados en una compañía y después de eso tendrá que ir a campamentos para conocer a quienes serán sus compañeros, leer manuales sobre lo que se les exigirá en su oficio, e incluso seguir haciendo entrevistas de trabajo si no se está satisfecho con la empresa en cuestión (por ser pequeña, por estar lejos, por no haber posibilidades de ascenso, etc.)

Clase de economía mundial en la universidad de Nanzan
Ahora bien, cuando yo fui a la universidad con mi amiga, me sorprendió muchísimo darme cuenta que las puertas del aula permanecían abiertas durante toda la hora. Había muchos sitios vacíos que eran ocupados por alumnos que habían estado los primeros diez o treinta minutos comprando su almuerzo en el combini, o haciendo cualquier otra cosa. Otros muchos dormían sobre sus libros o bolsos sin siquiera molestarse en sacar un cuaderno para apuntar. María, por ejemplo, hablaba un poco conmigo, mandaba mensajes en el movil, hablaba con otros compañeros (siempre en susurros), y el profesor no hacía nada.

Al parecer en casi todos los grupos de amigos había uno que se quedaba cogiendo apuntes y luego se los pasaba al resto, de esa forma todos se repartían las clases y tenían horas para no hacer nada en la universidad.

El que haya gente ociosa, ocurre tanto aquí como allí. A mi me ha pasado tener una mala noche y pasarme la hora bostezando y apenas tomando algúna que otra frase que parece que el profesor ha dicho de una forma especial y podría ser clave para el examen. Pero de ahí a estar entrando y saliendo, subiendo y bajando escaleras, durmiendo y despertando, ojeando revistas, mandando mensajes... Me sorprendió muchísimo.

Bento que me hizo la madre de María para la uni.
Y, ¿Por qué no decirlo?, el que los amigos vayan a clase aunque sea para nada, teniendo a alguien que les coja los apuntes. Si ya sabes de antemano que no vas a aprovechar la hora y que podrás estudiarlo más tarde ¿Por qué van? ¿Para ver a sus amigos? Yo, seré egoista, saldría con las amigas a las que no les toca tomar notas y estaría por ahí hablando y tomando el sol, o directamente no me pasaría por la facultad e iría a hacer cualquier otra cosa.

(Añado que no sé si hay gente en España que practica el mismo sistema. Sí que nos intercambiamos los apuntes, o los pedimos directamente, pero no conozco a nadie que acuerde de antemano que otro se los coja y luego vaya a hacerle compañía a todas las clases)

Religión en Japón.

La segunda vez que fui a la universidad tuve la opurtunidad de hablar con varios profesores de diversos temas sobre japón. El que más me sorprendió fue el de las religiones. Uno de ellos, completamente nipón, me dijo que allí se profesaba el culto a la conveniencia.

El budismo hacía impura la muerte, y su luto era largo y doloroso, por eso se recurría al shinto para encargarse del funeral, mucho más rápido y sencillo. En cambio en cuestión de nacimientos, los ritos del budismo estaban bien.

Ahora está muy de moda el cristianismo, no por lo facil, sino por lo bonito de sus ceremonias. Vamos, en mi opinión las ceremonias budistas de casamiento son preciosas, pero siempre tendemos a ver con mejores ojos lo extranjero y exótico. Por eso muchas parejas se casan por la iglesia y sin bautismo, comunión, confirmación, ni nada.

Por supuesto los oficiantes son actores. De otra forma veo imposible que un cura de verdad se preste a esas ceremonias.

También hay muchas chicas que llevan crucifijos al cuello. Al princípio pensé que habían muchísimas cristianas en Japón, algo que me chocó porque lo último que había oído es que la comunidad católica era muy pequeña por aquí. Pero no. Tan sólo es un adorno más, visto como algo elegante y con aires de occidente, que siempre son bien acogidos.

Protector a las puertas de un templo de Nara
En cuestión de respeto por las otras creencias, me tomó muy por sorpresa que los abuelos de Siete me dijeran el día antes de irme de su casa que no me habían presentado el altar donde todas las mañanas ofrecían incienso a sus antepasados porque temían ofenderme. Creo que ellos tenían la idea de que en España todos eramos cristianos, y ya se sabe la fama que la historia les ha dado a estos (con perdón de los cristianos actuales y respetuosos).

En casa de Mari también tardaron una semana en llevarme ante el altar para ofrecer unos melocotones que habían traído de un viaje de Nagano, y me pidieron que "rezara" con ellos. No fue rezar propiamente dicho, porque consiste en juntar las manos y pedir que acepten la comida, nada más.

Los profesores de la universidad me dijeron que los japoneses tampoco saben mucho de religión. Conocen los ritos básicos, pero en cuestión de teología no saben nada. Eso me lo demostró Akira cuando visitábamos los templos. Sabía quién era buda, pero cuando veíamos a sus discípulos no estaba seguro de quienes eran o qué hacían. Yo me he quedado con la idea de que son algo así como los santos, cada uno especializados en ayudar alguna dolencia o bendecir los campos, el tiempo, etc.

Hoy, mientras comíamos, tras el soba había makizushi e inarizushi. En Nara el otro día tomé Kitsune udón. Los abuelos de María me explicaron que el inarizushi y el kitsune udon comparten un ingrediente que les encanta a los zorros. Kitsune significa zorro, por eso el kitsune udon tiene ese nombre. Inari es un dios del shintoismo que tiene forma de zorro (si entendí bien) y por eso el sushi con ese ingrediente que le gusta a los zorros se llama inarizushi o también O-Inari-San. (Señor Inari)

Así que saber, saben, pero no es como si se los adoctrinasen. Como a nosotros, que se nos da clase de religión hasta en la sopa. Yo al menos, aunque soy atea, uso muchas palabras que tienen su origen en el cristianismo. El mismo "Jesús" o "Salud" que se dice cuando alguien estornuda es para espantar a los demonios que causan los resfriados; cuando cruzamos los dedos mientras deseamos algo, realmente estamos haciendo el gesto de la cruz; cuando nos despedimos estámos encomendando a la otra persona a Dios, y miles de expresiones que tenemos son de corte cristiano ("Esto es un calvario", "Se hizo la de Dios es Cristo", "Se me fué el santo al cielo" "¡La Virgen!" "¡Qué cruz!" "Por Dios, no hagas eso" "¡Qué me aspen!" "Esto es un tormento" "Está hecho todo un Adán" "El encuentro fue como David contra Goliat", "Ese lugar es una torre de Babel, con tantos idiomas distintos" "Se nos viene encima el Diluvio", etc.)

Mi niponez.

Tengo una noticia para mi madre. Acabo de descubrir que me ha mentido. Durante toda mi vida ha insistido que a mi me cogió de una lechuga que había sobre un charco, un día de lluvia no muy caluroso, para especificar. Incluso se atrevió a decir que me cogió en Julio, un tal dia diez, pero que la lechuguita estaba ahí desde un par de meses antes, nueve o así.

Pues bien, he descubierto que eso era mentira. A mi me tuvo que dejar caer un cuervo nipón que se salió de la isla y se confundió pensando que Canaria se parecía a su casa. O eso dicen mis amigas de por acá.

Aquí muchos extranjeros resaltan precísamente por ser extranjeros. Pero yo, más de una vez, me he encontrado con gente que me habla con toda tranquilidad sin darse cuenta de que no soy de aquí hasta que ya me tienen a un palmo de distancia. Es más, cuando fui a la universidad, todas las amigas de María, entre Chissai Kao, y los "Mucho gusto" que me dedicaban en español, añadían algún "Pero no parece extranjera ¿Verdad?"

Parece ser que eso del pelo negro y lasio, los ojos pequeñitos y las pupilas negras no triunfa por aquí. Vaya por Dios.

En el acuario del puerto de Nagoya
Otra amiga de Mari con la que fui al acuario un día, me dijo varias veces "Parece normal que estés en el metro. No hay nada de raro." o "No pareces española ¿Verdad?".

En partes me gustaría poder decir que es cosa de los japoneses, que se creen que todos los de ultramar son rubios de ojos azules y metro ochenta. Pero aprovecharé para recordar aquella vez en un tren de barcelona en el que un chico en perfecto castellano me dijo "No. No te moletes en... Bueno, da igual. Tampoco importa, porque diga lo que diga no entiendes mi idioma". Y se quedó tan pancho.

Personalmente no creo que parezca japonesa, y Akira dice que ni japonesa ni medio japonesa. Pero también creo que no parezco muy española. Será la sangre guanche que hay en mi.

Y bueno, esto ha sido todo. María ya está subiendo las escaleras y es hora de devolverle su ordenador.

2 comentarios:

LaWi dijo...

No es sólo el pelo lacio y los ojos pequeñitos, es que también los tienes rasgaditos ^_^

¡Sigue contándonos cosas! Te leo mientras desayuno :D

Tomomi dijo...

Maldito sistema de comentarios de blogger. Esta anonima escritora de blog te responde:

No sé si mis ojos dan el pego o no, pero la narizota ya debería de hablar por sí misma ¿no? :P

Yo sigo contando cosas. Tu tranquila que me vas a tener dando la lata un buen tiempo.

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