viernes, 1 de abril de 2011

Curiosidades: kemono!


El otro día estaba paseando con unas amigas japonesas. Su dominio del español aún no es muy bueno, y muchas veces teníamos que recurrir a un espanipon agramático para hacernos entender.

Como ellas son estudiantes de español y sólo se quedaban un mes en España, nuestros profesores nos pidieron que más que aprovechar para practicar nosotras, que las animáramos a expresarse en español. De ahí que hasta la frase más simple como "¿Les apetece beber algo?" terminara alargándose durante horas, pronunciando lentamente cada palabra, explicando que apetecer es sinónimo de querer, y "les" es lo mismo que "Os".

Para romper el hielo saqué un par de veces temas recurrentes y bastantes buenos cuando te encuentras con un japonés. Son cosas que ya sabes, pero que si se las preguntas le darás pie a la otra persona a que hable y hable, y así se termina soltando.

Por ejemplo, si le cuesta mucho entender el español, siempre voy por la línea de los animales y sus voces, haciendo gracias porque el perro español ladra diciendo Guau guau, y el japonés Wan Wan, o que el gallo español dice Kikiriki y el japonés Kokekoko.

Así nos podemos pasar media hora sólo mencionando nombres de animales e imitando su sonido. Luego esto lleva al tema de la comida.

"¿Ustedes comen judías dulces?" "No, en España eso no es para nada normal." "Sí, mucha gente podría asombrarse." "Claro, pero es que es lo mismo que para ustedes el arroz con leche, que no les gusta porque..." "Pero mujer, no pongan esa cara, que no está tan malo, de verdad." "¿Pero lo han probado? Entonces nada de mazui." "Es como el conejo, que cada vez que digo que está bueno..." "No, no, bueno de buen animal no, bueno de comida rica ¡Ay, Madre, pero no me llores!" "Que no, que no, que la paella de antes no tenía conejo. Anda, sécate esas lágrimas que me vas a hacer llorar a mi también."

Pero el otro día ocurrió algo distinto en la conversación típica. Una de las chicas sacó su móvil y empezó a buscar unas fotos mientras yo entraba en el tema del conejo. Nada más yo decir "En Japón los conejos son mascotas ¿Verdad?", ella ya estaba sacando su colorido móvil nipon y buscando imágenes.

Justo cuando yo dije "Pero en España se comen", ella me había acercado la pantalla para enseñarme algo, pero la expresión se le congeló en la cara, se puso lívida y recogió la mano.

No soy tan tonta como para no darme cuenta de que acababa de espantarla, así que ignoré su petición de que repitiera la frase, me acerqué a su móvil y vi la captura de una pequeña criaturita blanca con orejas cortas y nariz húmeda. Un conejo como dios manda. Su mascota para mayor inri.
Para ganármela de nuevo voy y, con la cara más cursi y voz estridente que puedo, grito "¡Qué mono!

Ella se asusta. Todas sus amigas se asustan. Se acercan en corro. Piden permiso para ver. Me miran como si fuera una desalmada, y se cierran en torno a ella para defenderla de mi grosería.

"KEMONO?" Se preguntan sin dar crédito. "Kemonotte? ¿Nande?" "Hidoi" "Kemono ja nai!"

Vamos, que diez minutos me costó enterarme de que Kemono en japonés significa Bestia, y menos tiempo para darme cuenta de que esta vez sí que había metido la pata hasta el fondo.

Luego de explicarles que Mono era lindo, kawai, cute, y que sonaba igual que mono pero no era mono, o sea, si era mono, una monería, y monada, pero no por las ramas. Vamos, que un lio. El caso es que luego de eso les dije que yo también había tenido conejos, dos para ser más concretos, uno llamado Naz (Porque no paraba de mover su naricita) y otro Carbón (Porque era blanco), y les recomendé que no se pasaran por la carnicería de ningún supermercado, no fuera a ser que se quedaran con la idea de que los españoles eramos unos kemonos.

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